Teatro de Córdoba
Texto de Ángel Ventura, en Arte Romano de la Bética 1, 2008.
De los teatros con que contó la provincia Baetica en época imperial, es sin dudas el de su capital, Colonia Patricia, el que hoy por hoy se nos muestra como el más destacable por la magnificencia de su arquitectura, siendo émulo fiel de los edificios teatrales de la misma Roma. Identificados por vez primera sus restos en 1994, las campañas de excavación de los años 1998-2002 han descubierto aproximadamente un 30 % de su superficie, así como buena parte del entorno urbanístico monumental en que se insertaba. Se dispone con ello de elementos de juicio suficientes para recrear en su totalidad la cavea, mientras que desconocemos por completo el edificio escénico. Es por tanto un yacimiento “vivo”, que sigue y seguirá investigándose en el futuro. Más aún, por el hecho casual de encontrarse justamente bajo la sede del Museo Arqueológico Provincial, actualmente en proceso de ampliación y reforma.
El teatro romano de Córdoba se localiza en los alrededores de la actual Plaza de Jerónimo Páez; espacio urbano que constituye la fosilización de su orchestra. La cavea, de trazado semicircular, presenta un diámetro de 124’23 m. (420 pies romanos), lo que convierte al patriciense en el mayor teatro de los conocidos en Hispania: apenas 6 metros menor que el Teatro de Marcello en Roma (129’8 m.), supera a los edificios de Cádiz (Gades, 120 m.), Zaragoza (Caesaraugusta, 106 m.), Clunia (91 m.), Cartagena (Carthago Nova, 87’6 m.), Mérida (Emerita Augusta, 86’6 m.), y Sagunto (82 m.). No se han localizado todavía las inscripciones conmemorativas de la inauguración del edificio, al estilo de las conservadas en Italica o Emérita, pero otros epígrafes que componían su ambiente epigráfico (altares, reservas de asientos de gradas, pedestales honoríficos, etc.), permiten datarlo con seguridad en época augustea (CIL II2/7, 253), y muy probablemente con anterioridad al año 5 d.C. (CIL II2/7, 225). Tales inscripciones documentan, además, la presencia en el edificio de las más notables familias locales de la época (Annaei, Mercellones Persinii, Marii, Numisii, etc.), en lo que opinamos pudo ser un proyecto directamente auspiciado por el Princeps Augusto
Emplazamiento del teatro romano de Córdoba (Foto propiedad de Kitoli S.L)
La cavea se orienta hacia el Sureste, en contra de las disposiciones vitrubianas a este respecto (Arch. V, 3), sin duda porque influyeron en mayor medida imperativos topográficos e urbanísticos. En efecto, el edificio se asienta sobre un desnivel natural correspondiente a la terraza cuaternaria del río Guadalquivir. Así lo indica la propia toponimia de este sector de “Córdoba la llana”, pues el yacimiento está delimitado hacia el E. por la c/ “Cuesta de S. Benito”, y atravesado por la denominada c/ “Cuesta de Pero Mato”. El entorno del edificio se urbanizó, al mismo tiempo, con un conjunto de plazas aterrazadas, pavimentadas con grandes losas de piedra caliza y comunicadas entre sí mediante escalinatas; las más cercanas a la cavea de planta curvilínea (gradus). Tales terrazas, articuladas en tres niveles, bordean por completo la fachada del teatro, con una disposición simétrica al Noreste y al Suroeste de la cavea. En la denominada Terraza Superior 1 Oriental se han documentado los restos de un recinto que albergaba un altar monumental decorado con relieves marmóreos de guirnaldas y cisnes, tal vez dedicado a Apolo o al culto imperial. Hacia el Noroeste parece ubicarse otro recinto de culto a Diana, habiéndose recuperado esculturas propias de un Augusteum o santuario dinástico dedicado al Princeps (esfinge, retratos de Livia y Tiberio). El conjunto, en definitiva, presenta un aspecto grandioso y escenográfico que recuerda complejos religiosos helenísticos o santuarios laciales republicanos.
El subsuelo, de naturaleza arcillosa, no permitió labrar en él las gradas, por lo que el edificio, a pesar de insertarse en una pendiente, debió ser alzado sobre substructiones, como si de un llano se tratase. Solamente la ima cavea se apoya sobre el terreno.
Vomitorio axial y galería inferior (Foto de A. Monterroso)
Éste fue recortado mediante una galería anular de circulación y 3’5 metros de anchura de la que parten 5 vomitorios radiales hacia la orchestra, que dividen el graderío en 6 cunei espaciados 30º cada uno: distribución que se ajusta al trazado modulador del teatro latino propuesto por Vitrubio (Arch. V, 6). El terreno, una vez recortado de esta manera, fue “forrado” con paramentos de sillería (opus quadratum) para conformar una especie de “cajetones” macizos que, coronados por una cama de hormigón romano (opus caementicium) en forma de plano inclinado, sostenían las gradas. Éstas destacan por su morfología y materia prima: todas son piezas de mármol blanco labradas en forma de cuña. Efectuadas mediciones sobre un centenar de ejemplares, todos se ajustan al canon vitrubiano (Arch. V,6), pues miden entre 65 y 75 cm. de “huella” (2-2’5 pedes) y entre 37 y 43 cm. de “tabica” (1 palmipes -1’5 pedes).
Dentro del ámbito de excavación se conservan dos filas de gradas in situ pertenecientes a la ima cavea, así como las “camas” de tres filas más. Este tipo de grada encuentra su paralelo en un edificio paradigmático: el teatro de Pompeyo en Roma, según ha demostrado A. Monterroso. En él, la forma “triangular” de las gradas tiene la función de aligerar el peso que debían soportar las bóvedas inclinadas de sostén. Pero en el caso de Córdoba, incluso se disponen con esta morfología sobre el terreno natural. Tampoco cabe argumentar que esta peculiaridad responda a un intento de ahorrar el preciado mármol: los bloques paralelepípedos originales no se aserraron por el plano diagonal para obtener dos gradas de cada uno, sino que fueron toscamente desbastados y los desechos de labra, abundantísimos, empleados como caementa del mortero de base. Opinamos que, descartadas razones tectónicas y económicas, la morfología de las gradas debe explicarse por motivos ideológicos y por la presencia de un arquitecto “urbano”, vanguardista, en las obras; que como ya vimos tal vez estuvieron patrocinadas por el propio Augusto, hacia lo que apunta también el abundantísimo empleo de mármol.
Media y summa cavea se levantan sobre substrucciones edificadas artificiales, que constan en planta de tres galerías abovedadas de circulación, anulares y concéntricas, ubicadas a diferente altura: la ya mencionada galería inferior, excavada en el terreno con pavimento a la cota 106 m.s.n.m.; una galería intermedia, sin acceso directo al graderío y destinada, fundamentalmente, al drenaje de aguas freáticas, a la cota 110 m.s.n.m.; y más arriba y al exterior, el ambulacro de fachada, en el que se abren las puertas de acceso desde las Terrazas Medias perimetrales, a la cota 112. Las tres galerías aparecen trabadas entre sí por potentes muros radiales de opus quadratum. Estos muros radiales enmarcan cajas de escaleras que, debidamente cubiertas por bóvedas rampantes, permiten la comunicación entre galerías, o bien constituyen vomitoria que desembocan en la cavea, o bien ascienden en “U” a un cuarto ambulacro abovedado anular, ubicado justo encima del ya citado de la fachada para, desde aquí, acceder a la summa gradatione y su porticus. Esta superposición de ambulacros perimetrales se corresponde a la superposición de tres órdenes en la fachada curva.
Substrucciones de la media y summa cavea (Foto de A. Monterroso)
En la Terraza Media se abre el mayor número de puertas e ingreso. Constituye, por tanto, el punto de vista principal de la fachada, donde se observa un Theatermotiv canónico, aunque de aspecto tosco: tres arcadas superpuestas enmarcadas por órdenes ficticios decorativos (dórico, jónico y corintio), sostenidos por pequeñas pilastras (40 cm. de anchura) labradas en los sillares de piedra calcarenita que componen el alzado. Cada orden mide, desde la basa a la cornisa, 6’21 m. de altura (21 pies romanos). Añadiendo el correspondiente ático sobre el orden corintio, para anclar en él los postes del toldo o velum -cuya presencia viene asegurada por las ménsulas para su encaje o Pfanenkonsolen de piedra caliza micrítica gris recuperadas- tendríamos una altura de unos 22 m. A ello cabe añadir el desnivel remanente hasta la Terraza Inferior (6 metros más), donde se abrían los accesos al aditus maximus, resuelto en la
Restos arqueológicos y planta del ediificio según Á. Ventura (Plano de Á. Ventura y M. A. Carmona)
fachada externa a modo de podio por debajo del orden dórico. Desde el interior, dado que la ima cavea se encuentra excavada 3 m. por debajo del nivel de suelo de la Terraza Inferior externa, la diferencia de cota entre la orquesta y el ático de la cávea alcanza los 31’5 m. (105 pies romanos), dimensiones comparables a los 32’6 metros de altura total del Teatro de Marcello en Roma.
El proyecto teórico de esta fachada consta de 47 arcos, espaciados 3’75º, en cada orden, a los que cabría sumar los 2 de los aditus maximi o entradas diametrales paralelas al escenario. Tal proyecto se vió modificado por la configuración aterrazada del entorno, que limita y articula al mismo tiempo los accesos a través de las arcadas abiertas de los órdenes dórico y jónico. Por contra, los 49 arcos del nivel superior corintio serían ciegos, pues tal orden constituye el muro de fondo de la porticus in summa gradatione. Las 47 puertas internas del ambulacro perimetral con acceso desde la Terraza Media conducen, de manera diferenciada, a los distintos maeniana, permitiendo los accesos al graderío de las distintas clases sociales sin comunicación entre ellas hasta sus respectivas localidades.
Por lo que se refiere al graderío, a partir de los elementos supérstites cabe restituir una orchestra de unos 31 m. de diámetro (105 pies romanos, o lo que es igual, ¼ del diámetro de la cavea), dentro de la cual se ubicarían los asientos de la proedria, destinados a los senadores y decuriones de la colonia. Tras ella, y separada por barandilla marmórea y pasillo (balteus y praecinctio), una ima cavea que consta con seguridad de 6 cunei y 14 filas de gradas, ajustándose por tanto a las disposiciones al respecto de Lex Roscia y la Lex Iulia Theatralis. Destacable es el vomitorio axial que desembocaba a la orchestra y biseccionaba la ima cavea, alineado con la valva regia. Sobre él debemos imaginar un tercer tribunal, a sumar a los que debieron ubicarse sobre las entradas paralelas a la escena o itinera y para el que se rastrea su modelo en el teatro de Marcello. Dicha entrada subterránea permitiría acceder a la orquesta con gran pompa escenográfica a las procesiones que, desde el Foro, accederían al teatro desde el noroeste, recorriendo el cardo máximo y penetrando en la cavea por las puertas de la Terraza Superior. La media cavea constaría de 20 filas de gradas, divididas mediante scalariae y vomitoria alternos en 12 cunei. Más arriba es posible restituir una summa gradatione sobre podio con 6 filas de gradas, similar a la del teatro libio de Leptis Magna. Son destacables las escalerillas anulares documentadas para acceder a la praecinctio externa de la ima cavea, solución que se propone, también, para el acceso a las gradas de la summa cavea, siguiendo el paralelo del Teatro de Marcello y el más cercano de Málaga. Por último, la cavea se cierra con un pórtico de coronación -del que se han recuperado fustes, capiteles y cornisas marmóreos-, tal vez ocupado por matroneo, a juzgar por las inscripciones de reserva de asiento con nombres femeninos recuperadas en su perímetro. El graderío así organizado tendría una capacidad de entre 10.000 y 15.000 espectadores.
Tamaño y estructura de la cavea, permeabilidad absoluta de ésta mediante pasillos radiales y galerías anulares subterráneos, jerarquización de los accesos, organización de la fachada con órdenes superpuestos (Theatermotiv), detalles ornamentales como una clave de arco decorada con máscara, graderío completamente marmorizado desde el principio, vomitorio con tribunal axial: todas estas características diferencian y hacen destacar al teatro patriciense respecto a los demás ejemplares andaluces e hispanos, al tiempo que remiten directamente al Teatro de Marcelo en Roma. La precocidad con que se emula el paradigma urbano, así como la participación de artesanos locales que utilizan técnicas edilicias arcaicas para su ejecución (opus quadratum en lugar de caementicium), explican las desviaciones respecto al modelo, apreciables sobre todo en el aspecto macizo y achatado de la fachada, el mayor número de arcos de que consta y la aparente tosquedad de su decoración arquitectónica, seguramente paliada mediante el estuco y la pintura.
Altorrelieves identificados con las provinciae fideles por A. Ventura (Foto de A. Monterroso)
Una importante reforma se detecta en época antonina (mediados s. II d.C.), que afectaría fundamentalmente al edificio escénico, sin que podamos precisar su alcance. A ella deben adscribirse enormes fustes monolíticos labrados en mármol “verde antico”, coronados por capiteles compuestos de mármol proconesio, recuperados en los alrededores (Altos de Santa Ana, c/ Rey Heredia), junto a un retrato del emperador Antonino Pío (en la misma Plaza de Jerónimo Páez). Y también cinco fragmentos de relieves que representan alegorías femeninas de las provincias y pueblos que componían el imperio, provinciae fideles, a tamaño poco menor que el natural y con vestimentas militares y armamento o atributos propios de cada región geográfica. Los cinco fragmentos de relieves hasta ahora recuperados testimonian la presencia en la cavea del programa completo que, como sucede en el Hadrianeum de Roma, modelo para esta iconografía, estuvo formado por más de 80 figuras, confirmando el carácter del teatro como espacio de culto imperial. El único lugar que pudo haber albergado un programa escultórico de tal magnitud es el ático del porticus in summa gradatione. La cavea refuerza, así, su simbología con la esfera y con el orbis terrarum. La sociedad, reunida según su status social en el graderío, aparecía rodeada por el mundo conocido plasmado en los relieves ordenados de las nationes, y todo ello con un único centro de gravedad en la figura del emperador, cuya imagen dominaba el frente escénico.
Grietas en el vomitorio axial producto de un seismo de finales de s. III d. C (Foto de A. Monterroso)
Un movimiento sísmico a mediados del s. III d.C., en tiempos del emperador Galieno, dañaría seriamente al edificio, como han documentado las excavaciones. Su decoración marmórea será expoliada a finales de esa tercera centuria para la construcción y ornamentación del palacio imperial de Cercadilla. Desde entonces y hasta la llegada de los musulmanes, será usado como cantera y despojado de sus sillares por completo hasta los cimientos.